miércoles, 2 de marzo de 2011

EL MODELO, EL PUEBLO, UNA HUMILDE VISION (Por Gustavo Krämer)

Para comenzar una humilde aproximación a reflexiones que uno desea realizar, o mas bien, que uno realiza pero que desea ver plasmadas en papel para luego someterlas al fuego de la opinión y reflexión de los demás, creo conveniente poner como punto de partida algo que nos es innegable tanto a quienes adherimos a este modelo de país como para quienes no lo hacen.
          Este punto de partida, este “lugar de comienzo”, que quiero referenciar, si tuviera que darle una entidad física para hacer práctico su abordaje, lo pondría como una arena… Una arena similar a las que albergaban las épicas batallas del mundo antiguo.
          Una arena moderna y de lo abstracto, una arena donde no son cuerpos los que derraman sangre y sudor sino que se trataría de una arena de combate de lo ideológico… Donde las posturas, los pensamientos y propuestas se enfrentan para batirse a duelo sabiendo que si no son superadoras, el público, la masa ahora despierta, las desechará y verterá al olvido por no haber podido ser algo nuevo, algo superior.
          Nuestro país es esa arena y ya no lo podemos negar. Nadie puede ni siquiera pensar en negarlo.
          Bastan pocos clicks en la web, cambios a nuestros canales de TV o giros al sintonizador de nuestras radios para ver y escuchar a estas ideas, fuertes o débiles, fundadas o infundadas, hacer todo para subsistir, para vencer en este “nuevo duelo” del devenir histórico de nuestra nación.
          Es que la soberana y resucitada POLÍTICA está de vuelta. La magna herramienta de los pueblos para ser hacedores de sus propios destinos. Está de vuelta y nos hace confluir en el campo del debate, de la superación, del pensar, del razonar y al mismo tiempo en las categorías eternas de la esperanza, la fe, el valor y el coraje de ser dueños de nuestra propia realidad, con sus aristas, sus alegrías y sus miserias.
          El pueblo ha desandado su camino de vuelta al escenario político, al escenario que se había robado todo, al escenario otrora de la desesperanza y el sin sentido. El pueblo se ha hecho dueño del escenario y piensa ejecutar una obra sin precedentes en la vida organizada (institucional) de esta tan vasta comunidad al sur del hemisferio.
          Hoy el pensamiento está venciendo a las palabras sin contenido de muchos que aún piensan que se puede embaucar a un pueblo que ha madurado mil soles en la última década y que no tiene planeado dejar de hacerlo.
          Se ven enfrentados a la obligación moral de ser superadores de lo que se viene ejecutando o vérselas con el juicio de una nación que comprende que es lo que le conviene, condenándolos a ser cadáveres de una forma de pensar que nunca mas volverá a reinar sobre estas latitudes.
          Siendo la realidad la única verdad y siendo real la toma de los espacios públicos por aquellos a quienes se intentó sofocar y callar con plomo y picana hace no mucho tiempo, vemos y percibimos que es inclaudicable el rumbo de este modelo, que trasciende a los nombres y que es mas profundo que cualquier medida económica o decisión política.
          Es un modelo que se adentra en los corazones, que arde en los nervios y que se impulsa con el ejercicio de la memoria.
          Es un modelo que no se conquista con una victoria electoral ni con ningún acto de la mas putrefacta corrupción clientelista.
          Un modelo que erige sus nuevos y fuertes cimientos en una juventud que vino a pelear con alegría, haciendo eternas las palabras del gran Don Arturo, aquello de que: “El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente”. Esa juventud es la que late y vibra al ritmo del pueblo.
          Este modelo que despierta entusiasmo y contagia. Que dignifica y realiza. Que es conciente de sus logros pero lo es mas aún de lo que queda por lograr y de los errores y de la autocrítica. Modelo que no se erige en dueño de la verdad pero que humildemente pelea por su convicción de lo que es verdadero y necesario.
          Un modelo dentro del cual no basta un título universitario para SER sino que ensalza, indeclinablemente, al pensamiento crítico, a la revisión de la historia y a la solidaridad con el prójimo para SER… SER AUTENTICAMENTE.
          Este modelo es lo suficientemente grande y amplio para que quepamos todos y todas y es el modelo que nos hace dueños de nuestro pasado y de nuestro destino junto a los hermanos pueblos de la gran patria latinoamericana.
          Por eso mi voz en adhesión a un modelo que no es ni un apellido, ni un hombre ni una mujer. Es un modelo de historia y de experiencia. Un modelo aun perfectible pero al mismo tiempo un modelo que brega por la gesta, por la epopeya popular que está sucediendo aquí y ahora. Modelo decidido a derribar paradigmas de orden histórico-mundial y que tenemos el orgullo de verlo echar raíces de este lado del mundo, este lado tantas veces olvidado pero que hoy grita desde sus entrañas las mas bellas melodías de justicia, paz, amor y liberación… Todo acá, todos acá... El pueblo, el prójimo… Vos… Y yo.

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